Cualquier actividad económica o uso personal se puede beneficiar del poder calorífico del gas licuado, y de la eficiencia de las tecnologías disponibles en el mercado. Por ejemplo, con la bombona, los hogares pueden alimentar diferentes usos como calderas y calentadores, cocina, estufas, planchas, barbacoas, etc., una solución de coste moderado, siendo muy fácil de adquirir, almacenar y transportar.
En el caso de los sectores industriales, estas características hacen que el gas licuado esté presente en actividades como la fabricación de tejidos textiles o cuerdas, la industria del papel, cartón o pasta papelera, la extracción de piedra ornamental y para construcción, o el procesado y conversación de frutas y hortalizas. También podemos encontrar ejemplos de uso del gas licuado como combustible en áreas como la fundición y la soldadura, el funcionamiento de montacargas o la alimentación de microturbinas que generan electricidad en zonas apartadas.