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Las claves de la eficiencia del gas licuado: el poder calorífico

27/12/21

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#EFICIENCIA

El poder calorífico es la cantidad de energía por unidad de masa que puede generar un combustible. El gas licuado es una de las energías con una de las cifras más elevadas, lo que, unido a la disponibilidad de tecnologías de alta eficiencia, hace que sea idónea para multitud de sectores y procesos industriales.

Cuando hablamos de los distintos combustibles o fuentes de energía, hay un concepto relacionado que es importante entender: el poder calorífico.

En la actualidad, hay un abanico inmenso de recursos a nuestro alcance. No obstante, en el contexto en el que nos encontramos – donde la sociedad es cada vez más dependiente de la energía para funcionar, ya sea para iluminación, transporte, electricidad, etc. –, es más importante que nunca que la elección energética tenga en cuenta su eficiencia, pues el ahorro económico y el extraer el máximo partido a los recursos para no malgastarlos son dos aspectos imprescindibles.

Hay una gran variedad de tecnologías que utilizan el gas licuado, y que permiten optimizar la eficiencia de las instalaciones, con una energía de alto poder calorífico y el poder almacenarlo de forma muy sencilla, hace que el gas licuado esté muy presente en el sector industrial en diferentes procesos.

¿Qué es y cómo se mide el poder calorífico?

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El poder calorífico es un concepto que hace referencia a la cantidad de energía por unidad de masa o volumen de materia que puede generar un combustible cuando se produce en él una reacción química de oxidación.

Sin entrar en muchos más detalles técnicos, cuando un combustible realiza la reacción química se desprende calor, que es lo que se utiliza como energía para alimentar la actividad en cuestión que se está llevando a cabo.

El poder calorífico tiene dos baremos: el poder calorífico superior (PCS) y el inferior (PCI). El primero requiere de calderas de condensación para aprovecharse la energía de la condensación del agua – lo que se traduce en más calor por menos combustible empleado – y; el segundo, el PCI, es el calor que parte la propia combustión, sin aprovechar esa energía de condensación.

El gas licuado, una energía coste-eficiente

El gas licuado, además de un poder calorífico mayor que el del grueso de los combustibles disponibles, especialmente de aquellos usados tradicionalmente, dispone de gran variedad de tecnologías para su utilización en todos los sectores de la sociedad.

Si hablamos del PCS, se sitúa en unas 12.000 kcal/kg, y el PCI en torno a 11.000 kcal/kg. Por plantear algunos ejemplos, el PCI del gasóleo es de 10.200 kcal/litro y del carbón vegetal 7.650 kcal/kg.

Teniendo en cuenta estos datos, el gas licuado se presenta como una energía coste-eficiente. Eso quiere decir que es un producto que, con menor gasto de combustible permite generar una alta cantidad de energía, por no mencionar que supone unos menores costes de almacenamiento y distribución. Así, esto se traduce en una mejor gestión de los recursos y un ahorro económico a medio y largo plazo.

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¿Qué sectores pueden extraer el máximo partido de este gas?

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Cualquier actividad económica o uso personal se puede beneficiar del poder calorífico del gas licuado, y de la eficiencia de las tecnologías disponibles en el mercado. Por ejemplo, con la bombona, los hogares pueden alimentar diferentes usos como calderas y calentadores, cocina, estufas, planchas, barbacoas, etc., una solución de coste moderado, siendo muy fácil de adquirir, almacenar y transportar.

En el caso de los sectores industriales, estas características hacen que el gas licuado esté presente en actividades como la fabricación de tejidos textiles o cuerdas, la industria del papel, cartón o pasta papelera, la extracción de piedra ornamental y para construcción, o el procesado y conversación de frutas y hortalizas. También podemos encontrar ejemplos de uso del gas licuado como combustible en áreas como la fundición y la soldadura, el funcionamiento de montacargas o la alimentación de microturbinas que generan electricidad en zonas apartadas.

Tanto si se tiene un negocio, una fábrica o si se habla de viviendas, todos debemos pararnos a pensar en si la solución que estamos utilizando es todo lo eficiente que debería. Si al hacer este análisis la respuesta es “no” o “aún puedo ser más eficiente”, el gas licuado es el aliado perfecto.