Es importante abordar la transición ecológica desde una perspectiva inclusiva, teniendo en cuenta las particularidades de las zonas más frías e interiores de España, con menor densidad de población, así como las necesidades de todos los grupos de población.
El uso del gas licuado como combustible de transición es fundamental para estas zonas rurales puedan embarcarse también en el proceso de descarbonización sin verse penalizados por tener unas características distintas que los territorios situados en el litoral o las grandes ciudades – geografía, demografía, clima, orografía, etc. – en las que la penetración y despliegue de las energías renovables es más lento y complejo
La apuesta por el gas licuado permite reducir la brecha entre el entorno rural y las grandes urbes, y abordar problemáticas concretas como la necesidad del transporte privado – por ejemplo, para desplazamientos esenciales como ir al médico o a hacer la compra -, o las necesidades de climatización en unos entornos en los que no siempre existe acceso a la red convencional de infraestructuras energéticas. Para estas zonas el gas licuado representa una energía disponible, económica y más sostenible que los combustibles tradicionales, que les permite cubrir sus necesidades energéticas específicas sin renunciar a participar en el proceso de descarbonización.