Reducir la contaminación gracias al gas licuado
Por si no fuera suficiente con reducir las emisiones de CO2, los gases de efecto invernadero y aumentar la eficiencia, el gas licuado tiene una cualidad que lo hace especialmente único: sus bajas emisiones de azufres y partículas, que son los principales causantes de la mala calidad del aire en muchos entornos tanto urbanos como rurales.
De hecho, esto es considerado, a veces, como un problema más acuciante, incluso, que el calentamiento global.
En un reciente estudio publicado por la Universidad de Harvard, se indica que en torno a 44.600 personas mayores de 14 años fallecen cada año debido a la contaminación, con especial incidencia en las zonas urbanas. Es aquí donde una solución como el Autogas puede tener un impacto inmediato, significativo y con un coste de conversión mínimo para el usuario, que además recuperará rápidamente por el menor precio de este combustible.
El gas licuado también garantiza la “neutralidad tecnológica”, dónde “descarbonizar el consumo” se antepone al paradigma generalizado actual de “electrificar el consumo”.
En concreto, como energía que se almacena cerca del punto de consumo, no tiene pérdidas “de transporte” que deba soportar el usuario. Según datos de la CNMC, las pérdidas estimadas en la distribución anual en España están por encima de los 25 TWh/año. Esto equivale al consumo de más de 6 millones de hogares, y cuyo coste es redistribuido entre todos los consumidores.
Además, también cabe destacar que el gas licuado no es una solución sólo temporal. El sector está totalmente comprometido en la reducción de emisiones en su cadena de distribución y en la introducción futura de soluciones de origen sostenible y emisiones neutras.