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La transposición de la EPBD: una oportunidad para avanzar en la descarbonización sin abandonar a los hogares más vulnerables

04/04/24

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La Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD, por sus siglas en inglés: Energy Performance of Buildings Directive), aprobada el 12 de marzo por el Pleno del Parlamento Europeo, marca una nueva forma de proceder en cuanto al consumo energético de los hogares europeos. Se trata de una norma enmarcada en el Pacto Verde Europeo, que forma parte del paquete de medidas con las que se ha propuesto reducir las emisiones de CO2 en un 55% de aquí a 2030 (el llamado Fit For 55), y que busca que los edificios generen menos emisiones y consuman menos energía.

La EPBD, una oportunidad

La Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD, por sus siglas en inglés: Energy Performance of Buildings Directive), aprobada el 12 de marzo por el Pleno del Parlamento Europeo, marca una nueva forma de proceder en cuanto al consumo energético de los hogares europeos. Se trata de una norma enmarcada en el Pacto Verde Europeo, que forma parte del paquete de medidas con las que se ha propuesto reducir las emisiones de CO2 en un 55% de aquí a 2030 (el llamado Fit For 55), y que busca que los edificios generen menos emisiones y consuman menos energía.

Desde la Asociación Gas Licuado damos la bienvenida a la directiva, para cuya transposición los gobiernos de la Unión Europea tienen un plazo de dos años, que posibilita que se sigan empleando los gases renovables para satisfacer el consumo energético de los hogares europeos. Además, su enfoque de neutralidad tecnológica permitiría a los consumidores elegir entre una amplia gama de soluciones renovables ya disponibles para el proceso de descarbonización. De esta forma, se asegura una transición energética justa, eficaz e inclusiva, también en zonas rurales y ultraperiféricas, teniendo en cuenta la asequibilidad y asegurando el cumplimiento de los objetivos climáticos de forma realista y rentable.

Por otro lado, desde AGL destacamos que la EPBD abre las puertas a que las calderas puedan seguir funcionando en los próximos años con gases renovables, como el BioGLP o el rDME, para cuya introducción no se requiere una gran inversión ni infraestructura. Una decisión con impacto en los hogares más vulnerables: cabe recordar que aquellos que viven en edificios con peores rendimientos suelen ser quienes disponen de menos capital para financiar las mejoras de eficiencia energética, y que muchos de ellos están asentados en áreas rurales, donde un cuarto de la población está en riesgo de exclusión social.  

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Las calderas, una solución para los hogares

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La mayor parte de las calderas presentes en España son perfectamente compatibles con estos gases renovables. Según una encuesta reciente de 40dB, el pasado mes de septiembre, en pleno desarrollo legislativo de esta directiva, ocho de cada diez españoles estaban muy o bastante preocupados por el gasto que supondría cambiar sus sistemas de calefacción o calentador de agua por un sistema totalmente eléctrico. Además, una amplia mayoría de los consumidores, el 86%, apoyaba el desarrollo y comercialización de sistemas que utilizasen gases renovables o de origen orgánico, soluciones inmediatas y eficientes ante el proceso de descarbonización.

En ese sentido, el estudio asegura que cuatro de cada cinco españoles consideran que el cambio climático es un hecho real y fruto de la acción humana; una percepción que motiva comportamientos como apagar la luz o tomar duchas cortas, pero que se vuelve pesimista al hablar de metas ambientales. En esta línea, los españoles expresan su voluntad de luchar contra el cambio climático, pero admiten tener una capacidad limitada de contribución a título individual, consecuencia probable de una situación económica incierta y, en no pocos casos, precaria.   

Una transición que no deje a nadie atrás

El texto aprobado este mes de marzo por el Parlamento Europeo evitaría que el 27% de los españoles que viven en zonas rurales sin acceso a la red se quede atrás en la transición energética. No parece factible, al menos no en el corto-medio plazo, asumir que el parque de edificios de estas zonas, más antiguo y peor aislado, puede depender de un proceso de electrificación que, en el caso de España, necesita crear infraestructura en el 70% del territorio. Si lo aplicamos a la UE, donde más de 40 millones de hogares se encuentran en regiones sin acceso a la red, el escenario no es mucho mejor. No es razonable, por tanto, reducir la transición energética a una sola fuente, cuando existen otras tecnologías que ofrecen una vía de descarbonización más eficiente y rentable para estos territorios.

En conclusión, desde la Asociación abogamos por una transición energética que opere con todas las tecnologías al alcance, de manera eficiente y responsable. En ese sentido, desde AGL reconocemos el trabajo del Parlamento Europeo y nos abrimos al Gobierno español para trabajar en la transposición de la EPBD, una directiva que supondrá un antes y un después en la reducción de emisiones y la lucha contra el cambio climático en el sector de la edificación, pero que debe cuidar, en su aplicación, de no agravar las diferencias en el acceso a la energía de los ciudadanos europeos. 

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